Esta
mañana desperté desbordada y pinté de
rojo mis labios. “Cobarde”, me
devolvió el espejo.
Desnuda
y sin armadura fui vistiéndome de dentro hacia fuera.
Y me
vi, agarradita a la manga de tu camisa, con mi mano en el bolsillo trasero de
tu pantalón. Y sonreí, porque siempre estás a mi lado. Y sentí, el calor de tu
cuerpo relajando el mío. Y creí, que seríamos capaces. Y te miré sin anestesia
y no te encontré...
¿Podremos
crear el cuento?
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